Las veinticuatro horas del día se está “escribiendo y reescribiendo” nuestro mundo, los lectores son muy pocos en comparación con los infinitos escribas que saturan internet desde todas las opciones posibles: redes sociales, blogs o páginas web. Cada vez más, se pone en duda la veracidad de los contenidos encontrados en la red, el ejercicio delcopy-paste y la paráfrasis de éste se convierten peligrosamente en “interpretaciones” apresuradas, en nuevas versiones de la realidad. Como ejemplo,Wikipedia, en donde cada artículo es cargado de información (verídica o falsa) vertida por una “colectividad” de autores que se escudan en el anonimato y cuya información se reproduce, al infinito, con sus respectivas mutaciones de contenido y forma. ¿Quiénes consultan Wikipedia? Millones de personas que, por pereza o ignorancia, no buscan aprender sino tener acceso a información de manera rápida, aunque terminen por sacrificar años o siglos de investigación. “Wikipedia la hacemos todos”, podrían responder los defensores de este servicio, pero ni somos todos ni quienes la administran o fungen como voluntarios son especialistas en los temas que se abordan, y existe un infinito número de errores en sus artículos que, aunque fuesen corregidos, ya han sido reproducidos una y otra vez en otros sitios de la red e incluso publicados de manera impresa.
Tanto Borges como Cortázar imaginaron universos bibliográficos físicos; sin embargo, la proyección virtual de sus imaginarios se ha convertido en una incontrolable ola de datos que amenaza con cambiar la forma en la que percibimos y traducimos al mundo, pues es innegable que a cada minuto hay más escribas que lectores, más gente hablando que tratando de escuchar.
Tomado de Bitácora bifronte, mi columna en La jornada semanal del diario La jornada.
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