Dice la Real Academia de la Lengua Española que se “excluyen definitivamente del abecedario los
signos ch y ll, ya que, en realidad, no son letras, sino dígrafos, esto es,
conjuntos de dos letras o grafemas que representan un solo fonema. El
abecedario del español queda así reducido a […] veintisiete letras.” Me parece
que esta regla (arbitraria como muchas de las dictadas por la RAE) busca una
mera simplificación, sin embargo, bien visto se asemeja a una mutilación, ya que la letra ch no puede concebirse como una
mera unión de dos letras sino como un fonema que tiene raíces no sólo en la
lengua española sino también en la náhuatl (parte medular del español que se
habla y escribe en México).
Dos ejemplos de esto que menciono son el
soneto escrito por sor Juana Inés de la Cruz conocido como “Soneto con Ch”, y la letra de la canción “Chilanga
banda” de Jaime López. Entre los siglos que separan a un poema de otro,
permanecen vivos varios elementos que podríamos llamar mexicanos: el tono
humorístico y satírico, así como una musicalidad inherente a nuestra lengua. En
el soneto de sor Juana leemos “Aunque eres (Teresilla) tan Muchacha,/ le das que hacer al pobre de Camacho,/
porque dará tu disimulo un Chacho,/ a
aquel que se pintase más sin Tacha./ De
los empleos que tu Amor Despacha,/ anda el triste cargado como un Macho/ y
tiene tan crecido ya el Penacho,/ que
ya no puede entrar, sino se Agacha./ Estás
a hacerle burlas ya tan Ducha,/ y a
salir de ellas bien estás tan Hecha,/ que,
de lo que tu vientre Desembucha,/ sabes darle a entender, cuando Sospecha,/ que has hecho, por hacer su hacienda
Mucha,/ de ajena siembra suya la
Cosecha”. Una historia de infidelidad femenina que, gracias al genio de la
Jerónima, tiene un final cómico.
Por su lado, “Chilanga banda”, (canción que el
grupo Café Tacuba puso nuevamente en circulación en los años 90) alcanza su cumbre
taxonómica al identificar, uno por uno, a los diferentes seres sociales que
habitan los barrios de la Ciudad de México: “Ya
chole changos chilangos/ que chafa chamba te chutas […] mejor
yo me hecho una chela/ y chance y enchufo a una chava/ chambiando de chafirete/ me sobra chupe y
pachanga./ Pachucos,
cholos y chundos/ chichinflas y mala
pachas/ acá los chompiras rifan/y
bailan tibiri y tábara./ Miñero
mata gabacha/ y canta la cucaracha/ su choya vive de chochos/ de chemo churro y garnachas./ Transando de
arriba abajo/ ai va la chilanga banda/ chin
chin si me la recuerdan/ carcacha y se les retacha”.
Los elementos que nutren
tanto el poema de Sor Juana Inés de la cruz como el de Jaime López (la
“muchacha”, la “chava”, el “penacho”, la “cucaracha”, la “cosecha”, la “garnacha”)
se presentan como dos formas de entender el mundo a través del lenguaje y del
uso (insustituible) de la letra ch. En ambas obras podemos leer una compleja
cosmovisión barroca mexicana.
Publicado en Bitácora bifronte, mi columna en La jornada semanal, suplemento del diario La jornada. Domingo 27 de marzo de 2016.
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